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jueves, 28 de julio de 2016

No me voy a olvidar de ti

No me voy a olvidar de ti.
No me voy a olvidar de ti,
porque he querido más a esos ojos que a mis propias manos.
                                                                      [Y eso que con ellas amortiguo cada caída]
No me puedo olvidar de ti,
porque voy a echar de menos cada mísero momento que he pasado riendo contigo.
Porque cuando eres testigo del asesinato,
nunca más puedes llegar a olvidar la cara de la víctima.
No me olvidaré de ti.
Porque he jurado demasiadas veces que eras el amor de mi vida.
Porque he llorado más tu huida
que lo que voy a llorar jamás por alguien.
No olvidaré que he puesto nombre a tus brazos
y que los he llamado libertad.
Porque he sentido estrellas en los dedos cada vez que entrelazábamos las manos.
Porque jamás he necesitado planos para construir mi vida junto a ti.
No me puedo olvidar de ti.
Porque te he querido a sangre y a fuego,
porque me has curado las yagas de tanto morderme las entrañas,
porque las legañas,
de tanta vida durmiendo,
se me cayeron el mismo día que tú me dijiste te quiero.
No me voy a olvidar de ti.
Porque he navegado en muchos mares,
me he ahogado en demasiados bares,
y ninguno ha conseguido que no acabe pronunciando tu nombre.
Los cañones nos han explotado en las manos,
y ahora miro a los lados,
y sólo veo la polvareda que ha levantado este vendaval de miedo.
Y no sé mantenerme de pie
en ese punto estratrégico que decías que había en los huracanes.
En donde no te afectaba su fuerza,
ni nada te arrastraba a la muerte.
No me voy a olvidar de ti,
porque no quiero.
Porque me pasa más ese 15 a la espalda,
que esta espada que me atraviesa cuando se abre la puerta
y la vida me arrastra al paso del tiempo.
Este latido no perdona.
Y este te quiero,
que ahora te digo,
no llega a su destinatario
pero sí permanece en la memoria.
Y si es lo único que queda,
es lo único que voy a cuidar
para siempre.


SM.

miércoles, 13 de julio de 2016

He perdido el tiempo

He perdido el tiempo. Que alguien me ayude, porque no sé donde lo dejé. Era un tiempo así como breve, hermoso, delicado, lleno de buenos momentos y de alguno malo también. Seguro que lo reconocerás enseguida. No tiene pérdida posible, Por eso me extraña haberme despistado con tanta facilidad. No hay otro tiempo así. O al menos yo no lo recuerdo. He perdido el tiempo y necesito encontrarlo. Razón aquí y ahora. O mejor dicho, ya.
He perdido el tiempo contigo. Y la verdad, no sé cómo me ha podido volver a pasar. Porque esta vez lo teníamos todo atado y bien atado, a buen recaudo, y encima sin necesidad de pasar a ningún sitio a firmar. Sabíamos que lo nuestro era especial. Lo sentíamos, no hacía falta ni decirlo, lo sabíamos y ya está. Lo teníamos tan claro que lo único que nos daba miedo era dejarlo escapar. Y en cambio, lo tratamos como si fuese de lo más rutinario. Lo capullo que fuimos, dios. Lo irrepetible que era esta ocasión, y la oportunidad que la vida nos brindó. Como si después de lo que hemos vivido, nos mereciésemos volver a querernos bonito, volver a volar. Y tú y yo, ahí, como si no fuese con nosotros. Hemos vuelto a hacer lo de siempre, darlo todo por hecho, sin darnos cuenta de que lo que se estaba haciendo en ese momento no se volvería a dar más. Nunca más.
Pero que no cunda el pánico, porque he perdido el tiempo sola también. He creído que las cosas que no pasaban era porque no tenían que pasar. Viéndola venir, esperando a la vida, en vez de mover el culo e ir a buscarla. Y de ese modo sólo te vienen malas noticias. Que esa es la diferencia entre las buenas y las malas. Que las malas siempre vienen solas, sin necesidad de que hagas nada. Las buenas, en cambio, sólo les llegan a los que se embarcan dispuestos a naufragar.
Le he exigido a la vida tantas veces una nueva oportunidad... Como si fuese algo más que un derecho, como si fuese su responsabilidad. Y ella, que ya es de por sí puta cuando no le exiges nada, imagínate cuando le vacilas y le vas de guay.
He perdido el tiempo dedicándoselo a gente que no valía la pena. Y echando de menos a los de verdad, diciéndoles a ver cuando nos vemos, mintiéndoles a ellos y a mi una y otra vez, dejando sus vidas pasar. Borrándome de sus fotos futuras, comiendo en casa sola, en vez de ir a comer con mamá. Llamando a tipos y tipas irrelevantes, gastando minutos en cosas urgentes en vez de hablar de lo que de verdad importa, repasando agendas y dietarios en vez de las curvas y líneas rectas que tienden hacia la felicidad.
Por eso aquí ando, buscando de nuevo ese tiempo perdido. Otra pérdida de tiempo, pensarás. Pero la verdad es que me importa bien poco lo que pienses ahora. Necesito encontrar de nuevo ese tiempo y ponerlo a pasar. Además, habérmelo dicho entonces, cuando perdía el tiempo. Haberme avisado cuando todo me daba igual.
Hoy me queda menos que entonces, hoy el paso del tiempo se ha acelerado y ha cogido velocidad. Y sin embargo aquí estoy, como una imbécil gastando en algo tan improductivo como recordar. Echo de menos el tiempo perdido. Y lo quiero recuperar. Lo pienso recuperar. Y lo voy a recuperar.
Hoy quiero decir las cosas que siento cuando las sienta. Esté sentada con quien esté sentada. Y si estamos acostados ya ni te cuento. Y si cuando se lo digo no le gusta, él o ella verá. Hoy me da lo mismo caer mal o regular. Porque si para caerte bien tengo que ser otra cosa, prepárate para aguantar. Hoy, además, soy menos exigente con los demás. Porque ahora sé lo que cuesta arriesgarse y lo difícil que es acertar. Es curioso, cada vez juzgo menos y me juzgo más. Pero también soy menos transigente con la falta de inteligencia, de higiene y -sobre todo- de humanidad. Hoy creo que una conversación puede ser sanadora. Y que un silencio fuera de tiempo te puede acabar de condenar. Callarse es cada vez más peligroso. Y negarse a aceptar algo puede ser un principio para encontrar un pedazo de eso que llamamos verdad.
Quiero decir te quiero cuando me de por ahí, sin miedo a lo que me puedan contestar. Porque el miedo es eso que te pasa por dentro cuando estás a punto de hacer lo que tienes que hacer.
Hoy salgo de casa como quien aterriza en una ciudad que no ha visto jamás. Con un mapa distinto cada día, con miles de monumentos a visitar. Y con una guía que se llama intuición. Y una maleta llamada recuerdo. Y una divisa que no admite cambio alguno y se llama honestidad.
No me malinterpretes, puede que todo esto parezca una pariada, una pérdida de tiempo, o puede incluso que le hayas encontrado algo de utilidad. Pero te lo digo con todo el cariño, me lo suda. Como que me da igual. Con amor del rico rico. Muá.
Porque yo ya he perdido el tiempo, pero del muy bueno y en cantidad.
Puede que me haya vuelto loca, o vieja, o todo a la vez.
Y puede que eso sea lo único -junto a ti- que no vaya a volver jamás.

SM

martes, 5 de julio de 2016

Para la siguiente afortunada en amarle

Para la siguiente afortunada en amarle:
Es un chico complicado, y tendrás que acostumbrarte a sus numerosas e incontables manías, a esa costumbre de tenerlo todo en su lugar exacto. A como le saca de quicio que algo no esté donde debe estar.
Es demasiado inquieto, y a veces incluso te podrá de los nervios porque no puede parar de moverse.  Cada vez que intentes parar ese tic tan suyo de mover la pierna te contestará con un 'lo siento,  me sale sólo'.
Siempre tiene prisa, y su forma tan peculiar de andar rápido te tendrá exausta.
Es curioso,  quizás a veces demasiado, pero eso es muy suyo y eso de tener que saber constantemente lo que está pasando, como si fuera un niño pequeño,  te parecerá adorable.
Odia la literatura, y odia eso de pararse en cada librería porque eso de perderse en los libros no es lo suyo. 
Es celoso,  quizás demasiado.  Y a la vez inseguro. Por eso cada vez que te pregunte si realmente le quieres, no te enfades, recuerdaselo diariamente y sácale una sonrisa, pero ten cuidado que enamora de verdad.
Joder... se pone tan celoso... que la única forma de calmar su ira es besando sus labios y repitiendole constantemente que todo irá bien.
No le saques a bailar, porque no es lo suyo. Él es de esos que se queda sentado y mira fijamente cada movimiento de tus caderas.y eso,eso le vuelve loco.
Dale los buenos días y las buenas noches y repítele lo mucho que le echas de menos, que tienes ganas de verle y que no puedes parar de pensar en él.
Jamás hables de la muerte, eso le aterra y verle sufrir será el peor de tus castigos.
Desconecta el móvil cuando estés a su lado y disfruta del brillo de sus ojos bajo la luz del sol, contempla como se vuelven cada día más verdes.
Hazle reír, hazle llorar de la risa y hazle cosquillas hasta que diga basta.
Mímale, dale abrazos y ánclate en su cintura cada vez que quieras. 
Se pícara, y demuéstrale las ganas que le tienes. Bésale el cuello y muérdele la clavícula. No dejes marcas, simplemente deja huella.
Tratale como el rey que es, mirale a los ojos y dile que le quieres.  Mírale a los ojos mientras lloras,  mírale siempre,  que eso le enamora.
Entrégate al 100% y él te lo recompensará.
A veces se volverá loco, y dirá barbaridades, deja que se calme y vuelve 20 minutos más tarde para decirle que le quieres.

Hazlo, pero no te engañes, él quizás te esté mostrando su coraza, mientras a mi me dio la llave de su corazón.
Así que no lo olvides, yo grabé a fuego mi nombre en su pecho. Podrás entrar y hacerte un hueco,
pero él será
por siempre,
mío.
Y quizás ni una vida entera te baste para conocerle realmente,
a mi faltan 6 para dejar de quererle.

ATT: el nombre que escucharás susurrar cada noche en sus más profundos sueños.

SM.