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martes, 15 de diciembre de 2015

Nana para niñas tristes

Adivina adivinanza,
corazón no late y parece romperse.
Muerte,
siente que no quiere seguir bailando
que lleva toda su vida luchando.
Se siente como el salmón que se agota de nadar contracorriente.
Amar a veces conlleva a eso,
un peso en los pies que te hace aplastar las margaritas
a las que algunas niñas arrancan pétalos
para saber si las quieren.
Miren,
ésto parece una de esas obras de teatro,
en las que uno no sabe si reírse o llorar.
Parar de andar en mitad del desierto,
dejar de nadar en busca de una orilla,
abandonar el juego de las sillas con la muerte,
y dejarle a ella ganar.
Adivina adivinanza,
¿la niña duerme o está muerta?
La pequeña del juego,
mi pequeña.
Llevas ojitos tristes,
hasta cerrados parecen amargos.
Has perdido la última moneda que te quedaba rascando ese premio,
y te ha vuelto a salir ese "otra vez será".
Maldita moneda,
maldita suerte.
Maldita y puta cantimplora.
Tírala,
Sigo pidiendo deseos a las estrellas fugaces.
Anoche vi una,
cerré los ojos.
Deseo...
que te quedes.
Aquí dentro sigue estando oscuro.
Abre la ventana por favor,
apesta a muerto.
Y creo que soy yo.
No puedo despegar los párpados,
no consigo despertar.
No quiero abrir los ojos.
El dolor es un hilo muy fino,
que si lo extiendes terso,
corta.
Como el cristal de un vaso roto,
y ya me da igual si medio lleno o medio vacío.
Me degollarán,
pero yo no habré dejado de mirar al cielo.
Le habré guiñado un ojo a todas las constelaciones que juré un día tatuarme.
Llevo toda mi vida esperando a que ganen los buenos,
pero...
quizás soy demasiado niña para entender el cuento.
Sólo sé que a veces,
yo soy mi propio precipicio
mi eterna caída.
Libre,
yo paro el corazón de quien quiero,
y pincho la ilusión niña de quien confía en mí,
con la punta de mis dedos.
Como si fuera un globo recién hinchado con los pulmones enfermos.
Lienzo,
la sangre que supone morderse la lengua en un llanto,
cuando no tienes una almohada a la que regar antes de un sueño.
No duermo,
no soy nadie,
no soy suficiente,
No soy... no
Duerme,
mañana no será otro día sino has dormido suficiente.
Valiente...
valiente, valiente...
repítetelo hasta creerlo.
Créeme,
miento.
Pero has de saberlo,
que puedes,
que puedes con todo.
Y como una nana,
repitiéndolo,
me duermo.

SM.


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