Hogar es encontrar la postura perfecta entre sus brazos.
Es un beso en la frente con sabor a no te vayas.
Hogar es su boca y su media sonrisa,
esa risa que se esconde entre mis labios.
Hogar es caminar de su mano,
mientras te va apretando poco a poco.
Los sueños grabados a fuego en su clavícula,
y la distancia que nos une.
Hogar es sentirte reina en las nubes,
sus nubes.
Hogar cielo, eres tú.
SM.
Se sentó en el fondo del autobús, sin prestar atención a nada. Sin sonreír al conductor, sin buscar miradas.
Sólo iban ella y su música.
Y rompió a llorar, lloró como nunca antes había llorado, porque nunca se había sentido tan sola.
Nunca había necesitado tanto desahogarse.
Y le daba igual quien la mirara o qué pensaran de ella.
Estaba realmente sola.
Ella, y su música.
SM.
Tengo miedo desde que hay un destino entre mis pupilas.
Desde que he decidido rehacer mi vida, y no quiero encontrar el camino a casa.
Tengo miedo porque temo mi huída, temo no volver a querer saber de nadie y querer empezar de cero.
¿Y qué le voy a hacer, si ya no tengo esa adrenalina que invadía mis sentidos y me impulsaba a escribir?
¿Y qué le hago si soy así de callejera y necesito recorrer mundo para asentarme?
Y no pienses que es por ti, porque es por mi. Necesito reconstruirme.
Prometo volver cuando me vuelva a encontrar y aprenda lo que es vivir alejada de todo.
Y no quiero hacerme ilusiones, pero las ganas que tengo de recorrer mundo me invaden.
Espero que perdones mi huída, y que no me olvides. Porque créeme, yo a ti no te olvido.
No olvido tus caricias, ni tus besos de despedida.
No olvido tus susurros ni esos abrazos que me dejan sin respiración.
Pero soy joven,
soy musa
y soy callejera.
SM.
