Se sentó en el fondo del autobús, sin prestar atención a nada. Sin sonreír al conductor, sin buscar miradas.
Sólo iban ella y su música.
Y rompió a llorar, lloró como nunca antes había llorado, porque nunca se había sentido tan sola.
Nunca había necesitado tanto desahogarse.
Y le daba igual quien la mirara o qué pensaran de ella.
Estaba realmente sola.
Ella, y su música.
SM.
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