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martes, 1 de diciembre de 2015

Como los colores de otoño

Amarle era como conducir un nuevo Maserati y morirte al final de la calle,
más rápido que el viento,
apasionado,
acabando de repente.
Amarle era como intentar cambiar de opinión justo cuando estás cayendo de la caída libre.
Como los colores de otoño,
esos colores claros,
antes de perderlo todo.
Perderle era azul,
como nunca había conocido.
Echarle de menos era oscuro, gris,
como la soledad.
Olvidarle era como intentar conocer a alguien que nunca antes habías visto.
Pero amarle, amarle era rojo.
Tocarle era como darse cuenta de que todo lo que siempre quisiste estaba justo delante de ti.
Recordarle era tan fácil como recordar la letra de tu vieja canción favorita.
Discutir con él era como intentar solucionar un crucigrama y darse cuenta de que no hoy solución.
Pero llegaba el arrepentimiento, y sólo deseabas que nunca llegara un amor tan intenso como el suyo.
Aún sabiendo que no vas a amar como has amado.
Él vuelve en flashbacks y ecos, pero es imposible dejarle ir cuando todo lo veo rojo, tan rojo que quema.

Amarle es como conducir un nuevo Maserati y estrellarlo al final de la puta calle.

SM.

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