Dueles como si todavía estuvieras aquí.
Y yo te lloro, a mi manera, ya sabes.
Contando las veces que ya no me miras, y mirando las veces que ya has dejado de contar conmigo.
Dueles, como si nunca te hubieras ido.
Como si tus piernas todavía supieran como atarme a tu compás y a ese maldito tic-tac de tu corazón al que, en sueños, todavía sigo acompasando.
Dueles y sigues doliendo y nunca dejas de doler.
Y me pregunto (y créeme, desde que no estás no sé en los ojos de quien buscar las respuestas) si dejarás de doler, aquí, al lado izquierdo, o si por siempre serás esta jaqueca que me hace sentir dolorosamente viva.
SM.
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