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miércoles, 24 de febrero de 2016

Lo que pasa en Berlín se queda en Berlín

Berlín ha robado un trozo de mi corazón, prometo volver a perderme por sus calles,
y ojalá acompañada de las mismas sonrisas.
Que las habitaciones se compartían, al igual que las lágrimas, las sonrisas y las cervezas.
Desayunamos a las 8, y nos acostábamos a las 5.
Berlín ha unido corazones rotos, viejas amistades y ha roto recuerdos...
Yo me quedo con el sonido del despertador y el tener que salir corriendo de las habitaciones para llegar a tiempo.
El volvernos locas porque se nos habían perdido las cosas, y ver a mis amigas muertas de risa en el suelo.
Rozar manos sin querer al caminar por la calle, y buscar miradas de personas que creía tener olvidadas.
No quiero despertar de las pesadillas que esconden los adoquines de las calles más siniestras.
Me perdí en el metro, y en sus ojos y madre mía...
Bailé sin sentido mientras todos reían, y ¿qué mejor recuerdo que ese?
Me quedo con las confesiones nocturnas y los susurros para que nadie se diera cuenta.
Vi las manchas de sangre en el campo de concentración y se me pusieron los pelos de punta.
Me abrazaron fuerte, y me removieron las vísceras.
Me besaron la mejilla y me prometieron volver algún día.

SM.

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