No nos gusta que otros lean lo que escribimos, porque creemos que está mal lo que sentimos.
¿Sería muy egoísta si te pido que no te enamores de nadie más?
Y es que, vivo adicta a eso de tener que ponerme de puntillas para besarte.
Me has enseñado que la soledad no es estar sola, es estar vacía. Y yo a tu lado he conseguido llenar cada pedacito de soledad que me aterraba.
Debo confesarte que tu locura es mi mayor debilidad, que tu rareza es mi delirio más grande, y que tu voz, es mi única seducción.
Y cada día me pregunto qué hace un ángel como tú en un infierno como el mío, entregándole tu amor al más pobre de los diablos; desde el primer día que te vi supe que hay besos que comienzan mucho antes de rozar los labios.
SM.
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