Estaba cansada de esa constante caída libre,
de ese trayecto de idas y venidas;
estaba cansada de sí misma.
De caer
y tropezar con la misma piedra,
de sentirse sola
y
completamente
apagada.
Necesitaba tocar cielo,
y no era capaz de mantener los pies en la tierra.
Quería desaparecer
y deshacerse
de
sus
continuas
cicatrices.
Vivía anclada,
siendo tormenta.
Y su único y verdadero deseo era volar.
Nadie la entendía,
sus pensamientos eran continuas cenizas,
y sus lágrimas broches de cristal.
Necesitaba ayuda,
y nadie era lo suficientemente realista para darse cuenta.
Quería vivir
lejos,
sin pensar en una muerte constante.
SM.
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