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martes, 22 de septiembre de 2015

¿Quién soy yo para juzgar a nadie basándome en sus sentimientos?

Hay tantas cosas que hay que tener en cuenta cuando calificas a alguien... y debo de admitir que antes de conocerle, hacía eso demasiado a menudo. ¿Quién soy yo para juzgar a nadie basándome en sus sentimientos? No sabía lo fuertes que podían llegar a ser esas estúpidas emociones; no podía comprender el magnetismo que podía llegar a sentirse. Nunca entendí la forma en la que el amor consigue tener más poder que el sentido común y que la pasión sobrepasara la lógica, y que sea tan descorcentante que nadie más sepa de verdad cómo te sientes. Nadie puede juzgarme por ser débil o estúpida, nadie puede rebajarme por cómo me siento.
Nunca diría que soy perfecta, y lucho cada segundo por mantenerme a flote, pero no es tan fácil como los demás pueden pensar. No es tan fácil alejarse de alguien que ha alcanzado cada una de tus células, que se ha apoderado de cada pensamiento, y que ha sido el responsable de lo mejor y lo peor que he llegado a sentir.
Nadie, ni siquiera la parte dudosa que hay en mi, puede hacerme sentir mal por amar apasionadamente y desear conseguir el gran amor del que tanto he leído en las novelas con desesperación.

SM.

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