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miércoles, 8 de junio de 2016

Rutinas

Ir andando por la calle, y girarme al sentir el aroma de tu perfume. Sabiendo que la posibilidad de que seas tu es mínima, me aferro al "ojalá", porque no es ni la hora, ni el lugar por los que estaba acostumbrada a verte.
Intento no recorrer las calles por las que me solías dar la mano, sólo por si me encuentro con los recuerdos atacándome de frente.
Me paso el día evitando el contacto directo de mis ojos con los de los demás, simplemente porque sé que hay un vacío enorme y que nadie sería capaz de reconocerme. Y eso, como tú bien solías decirme, asusta.
Me seco las lágrimas cada vez que salgo por la puerta del ascensor, para no tener que ir dando explicaciones. Pero sigue sin ser suficiente...
-¿Cómo estás?- me preguntan, yo sólo sonrío, agacho la cabeza y digo "bien".
Supongo que sigue sin ser suficiente.
La gente me habla, pero yo no escucho, creo que por momentos ni siquiera existo.
Tengo un nudo en el pecho que a veces me impide respirar, o comer. Y duele. A veces tanto como dueles tú, y creo que eso también me asusta.

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