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sábado, 21 de noviembre de 2015

Al rojo vivo

Hay un viejo poema de Neruda por el que siempre me he sentido cautivada, y una de las lineas que tiene me ha marcado desde la primera vez que la leí. 

"Es tan corto el amor, y tan largo el olvido"


Es una linea con la que me he sentido muy unida en mis peores momentos, cuando necesitaba conocer a alguien más que sintiese lo mismo, cuando intentaba seguir y revivir momentos que realmente no han existido nunca. Son esos momentos en los que veía chispas que nunca estuvieron, sentía que las estrellas se alineaban a mi favor aunque no tenía ninguna prueba de ello, veía mi futuro antes de que pasase, y después notaba que todo se escurría sin ningún aviso. 

Estos son momentos en los que encontraba la esperanza, la extrema alegría, la intensa pasión, el deseo y en algunos casos, la imposibilidad de pensar en un fracaso. Todo en estos recuerdos se asemeja a lo mismo. Veo todo esto  brillante, quemando, al rojo vivo.

Mis experiencias en el amor me han enseñado lecciones muy difíciles, especialmente esas con ese amor que alcanzaba la locura. Las relaciones al rojo vivo, las que pasaron de cero a cien kilómetros por hora y que después, chocaron contra una pared y explotaron. Fue horrible, desesperante y aterrador. Cuando todo se calmó, quedó algo nuevo de lo que no he conseguido deshacerme. 
Hay algo que decir sobre eso de ser joven y necesitar a alguien de esa manera, saltas de cabeza sin mirar primero. 
Siempre hay algo que aprender sobre la espera de un tren que nunca llega. Siempre hay algo por lo que estar orgullosa al seguir y darse cuenta de que el amor de verdad brilla como el oro, como una estrella clara. No desaparece o explota espontáneamente. 
Puede que escriba una página entera hablando sobre ese tipo de amor si lo encuentro alguna vez, pero esto sólo es sobre ese tipo de amor en el que recientemente he caído y del que no he conseguido salir. 
Un amor que me enseñó, que fue triste, bonito y trágico al mismo tiempo. 
Pero sobre todo, esta nota es sobre el amor que sentí al rojo vivo. 



El amor es un juego despiadado, a no ser que juegues bien y con todas las reglas. 

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