Estaba rota, tan rota que cada vez que abría los ojos lloraba.
Y ella intentaba seguir pisando fuerte, pero la habían destruido, tanto que se olvidaba de mirarse al espejo, que vivía envuelta en ojeras y no encontraba el camino a la felicidad.
Lo único por qué lo merecía la pena luchar le mataba cada segundo del día.
Y ella moría en pensamientos.
Como duele...
SM.
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