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domingo, 3 de enero de 2016

¿volverías?

Supongamos que... No hay día en que no me acuerde de ti, y cada vez que te pienso tenga que distraerme para poder parar.
Supongamo que me atrevo a decirte algo.

¿Reaccionarias?

¿Crees que merece la pena empeñar mi orgullo? ¿Empeñar la poesía?

Supongamos que... desaparece aquel mes, aquel fin de semana. Supongamos que aquello no acabó conmigo. Supongamos que quiero ir de nuevo a la estación e intentar captar una imagen mientras llega el tren... Y tú con él.

Y ahora... ahora supondré que tú aún no me has olvidado, que no has borrado ni una sola fotografía mía, ni un sólo mensaje... ni una sola carta... Que tu intención no era la de alejarme matándome poco a poco. Que aún queda esperanza, que no la hemos desperdiciado toda.

¿Marcarías mi número?

Son las cuatro de la mañana de cualquier día de enero y es tu silencio el único que me despierta al caer la noche. Es tan difícil conciliar el sueño después de habértelo regalado a ti. A veces pienso en llamarte, o escribirte para que me lo devuelvas. Echo tanto de menos a la persona que solías ser antes... antes de convertirnos en la mitad de todo, de nada.

Sin ti me sobran la mitad de mis risas, los cinco minutos de más después de apagar el despertador, una cucharada doble de azúcar en el café, media botella de butano al ducharme. Me sobra la mitad de la cama, de la almohada, del sofá. Sin ti las películas las veo enteras y eso de pedirte la toalla al salir de la ducha sólo para que me acabes mirando dos segundos más, ha dejado de ser mi estrategia para que me quitaras la toalla y acabar haciendo poesía debajo de las sábanas.

Y sin embargo, te fuiste.

Y sólo me queda suponer que a ti también te sobran las mismas mitades, que tú también echas de menos mis manos cuando tienes frío, y que Málaga es la mitad de bonita desde que ya nadie ve nuestros besos en mitad de las calles.

Sigo parándome delante de cada tienda de libros esperando que me tires del brazo entre risas y me digas 'venga, no mires, vámonos'. Sigo notando tu nombre en mi nuca cada vez que me recojo el pelo y sigo notando tus dientes en cada marca que dejaste en mi clavícula.

Ojalá decir que te grabaste en mi piel fuera sólo una metáfora más.

Ojalá decir que te llevaste mi corazón... No fuera tan real.

Lo echo de menos, ¿sabes?. Echo de menos oírlo latir al otro lado de mi pecho. Acunarlo por la noche y leerle una de mis poesías para que cogiera el sueño.

Mi amor,
léele
una
de
mis
poesías.

Que sólo la poesía sabe describir en versos.

Lo mucho que a ti...
también,
te
echo
de
menos.

SM.

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